Luis Urteaga Iturrioz

Luis Urteaga Iturrioz

NACIÓ en Ordizia el 5 de diciembre de 1882. Fueron sus padres José y María, ambos de Ordizia, que además de Luis José procrearon a Salvadora, Guillerma, Leonardo, Francisco y José.

Luis José fue desde muy niño tiple del coro parroquial. El organista y director, Francisco Garate, le enseñó los primeros conocimientos de solfeo y canto. A partir de los 12 años fueron sus profesores Lorenzo Martínez y Cándido Elorza, que habían sucedido al anterior organista y director del coro.

En 1899 a los 17 años su padre le impulsó a ampliar sus conocimientos musicales, desplazándose para ello a San Sebastián. Aquí tuvo por profesor al catalán José Rodoreda, director de la Banda donostiarra y profesor de la Academia Municipal, con quien estudió armonía y composición.

Desde 1894 se hallaba de organista en Beasain, tan próximo a Ordizia, el compositor pamplonés Martín Rodríguez. En pocos años adquirió un merecido prestigio de excelente profesor.

En 1900 Luis José Urteaga solicitó ser su discípulo, como así fue en contrapunto, fuga y órgano. Automáticamente su progreso musical experimentó un gran avance, tanto como organista, como compositor.

Pero para su desgracia Martín Rodríguez en 1901 hizo oposiciones a la organistía de Balmaseda (Bizkaia), que estrenaba Cavaillé-Coll y ofrecía una dotación de 1.500 pesetas para el organista, cantidad insólita en aquellos tiempos.

Se presentaron 21 aspirantes de toda España. Pero Martín Rodríguez obtuvo la plaza y la ejerció de organista hasta su muerte en 1961.

Desde que llegó a Balmaseda eran muchos los alumnos que, desplazándose de distintos lugares, recibían clases del maestro pamplonés.

Luis José Urteaga optó por seguir siendo discípulo de Martín Rodríguez, para lo que también él trasladó su residencia a la villa vizcaína. Tanta era la admiración y afecto que por él sentía. Años más tarde escribiría de él: «…Debiera haber aspirado a ser profesor del Conservatorio de Madrid, pues llegó a adquirir un absoluto dominio técnico de todas las asignaturas musicales. Su especialidad ha sido el llegar a ser notabilísimo armonista y maestro de composición. Nadie puede sospechar la facilidad asombrosa para corregir las realizaciones de armonía y ejercicios de contrapunto y fuga. Como organista, es sin duda uno de los más notables ejecutantes e improvisadores de España: cualquier corto tema le sirve para conseguir amplio desarrollo con rico fondo armónico. En su órgano de San Severino hace verdaderas maravillas.»

Luis Urteaga fue un aventajado discípulo de Martín Rodríguez, puesto que con el tiempo a él le adornaban las mismas virtudes que tanto admiraba en su maestro.

En 1903, siendo ya un organista completo a la edad de 21 años, se presentó a las oposiciones para la organistía de Berastegi (Gipuzkoa). Conseguirla no era fácil, porque en el jurado se hallaba Eduardo Mocoroa y entre los concursantes ocho discípulos suyos. Sin embargo Luis Urteaga se adjudicó la plaza e inició así la profesión que había de ejercer ininterrumpidamente en distintos lugares hasta su muerte durante cióncuenta y siete años.

El 16 de abril de 1905 falleció en Zumaia el organista y director de la Banda Bonifacio Calparsoro, popularmente conocido por Bizar gorri.
En este mismo año para suplirle y sin oposiciones Luis Urteaga fue llamado, por el prestigio que ya iba adquiriendo. Sería organista-director del coro parroquial y director de la Banda municipal de Zumaia.

Si su paso por Berastegi fue breve, de dos a tres años, su prolongada estancia en Zumaia, unos quince años, dio origen a lo que sería su aureola de virtuoso del órgano, organizador de coros y compositor eximio y fecundo.

La vida del joven Luis Urteaga en Balmaseda había dado como resultado humano su compromiso matrimonial con Baldomera Loidi Puy. Aunque natural de Portugalete e hija de guipuzcoanos, el padre de Leaburu y la madre de Pasajes, ella residía en Balmaseda.

Tras la breve estancia de Luis Urteaga en Berastegi y con la estabilidad de su nueva residencia desde 1905 en Zumaia, las relaciones de ambos jóvenes cuajaron en 1909 en un matrimonio cristiano, que procre ó una familia de cinco hijos: José Luis (1910) e Isabel (1912) nacieron en Zumaia. En 1914 nacería el conocido músico Juan Urteaga Loidi en Balmaseda, a donde se había trasladado su madre, huyendo de unas fiebres puerperales extendidas en Zumaia. Vueltos a la residencia habitual, algunos años más tarde nació en Zumaia Leonardo y trasladada la familia a San Sebastián en 1920, aquí nació Jesús en 1921. Estos dos úúltimos hijos prestigiosos sacerdotes seculares. Luis Urteaga era un hombre de profunda religiosidad y piedad, que transmitió a toda su familia.

En 1919 Ildefonso Lizarriturri Aizpitarte, organista de la parroquia de San Vicente en San Sebastián desde 1902, presentó su renuncia por motivos de salud. Automáticamente Juan Muñoa, gran bienhechor de la parroquia, conocedor de las aptitudes de Luis Urteaga, intervino para que fuese elegido como sucesor suyo, lo que se aceptó sin discusión.

En 1920 inició Luis Urteaga en San Sebastián su etapa más importante de músico profesional , que abarcaría una amplia gama de niveles musicales, tanto como intérprete, como compositor y más aún como profesor.

Todas las clases sociales donostiarras admiraron su sabiduría, su calidad artística, su entrega a sus compromisos y su mítica caballerosidad. Para nadie pasó desapercibido el gran número de generaciones donostiarras, que se beneficiaron de sus enseñanzas.

La entidades públicas quisieron agradecerle estos servicios tan destacados y el 19 de enero de 1954 en el salón de Plenos del Ayuntamiento el alcalde de San Sebastián, señor Pagola, le condecoró con la Medalla de Plata de la ciudad. En el banquete oficial, que siguió a continuación, el señor Federico Sopeña, director del Real Conservatorio de Madrid, representando al Ministerio español, le impuso la Encomienda de Alfonso X el Sabio.

Impresiona recordar como en los últimos años de su vida, padeciendo una dolorosa enfermedad renal, no dejaba de asistir a su puesto de organista en San Vicente. Sólo la última etapa de su enfermedad y la muerte, acaecida el 11 de abril de 1960, le impidió sentarse ante el Cavaillé-Coll de sus amores.

Recordemos que en los funerales anteriores a su fallecimiento se acostumbraba poner en el centro de la iglesia un catafalco de tétrico diseño. Con la muerte de Luis Urteaga se inauguró en la parroquia de San Vicente el estilo de funeral corpore insepulto. La emoción de tenerlo presente durante los oficios fúnebres, sonando ante su cuerpo sin vida el órgano tantas veces pulsado por él, produjo entre todos los asistentes, que llenaban el templo, unos sentimientos imborrables y la convicción de que no podía haberse escogido persona de mayor virtud que Luis Urteaga, para implantar la nueva fórmula litúrgica.

EL PEDAGOGO

Hemos descrito la época de estudiante de música de Luis Urteaga con sus distintos profesores. Pero debemos añadir que después siempre se mantuvo ansioso de incorporar a sus conocimientos nuevas teorías musicales. Para ello se cuidó de estar al día en la lectura de los últimos tratados de composición de música profana. Esta inquietud originó en él el ansia de comunicar a los demás su visión personal de la música.

Con 24 años llegó a su organistía de Zumaia y desde el primer momento se dedicó a la enseñanza musical, tratando de incorporar más cantores al coro parroquial y más instrumentistas a la Banda de música, a la vez que educaba a quienes sentían una mínima inquietud por adentrarse en el mundo de la composición.

Las generaciones veteranas de Zumaia no olvidan su gran tarea en la educación musical y recuerdan a muchos de sus alumnos aventajados, entre los que destacan al pianista atípico José Azarola.

La actividad musical de Luis Urteaga en Zumaia y desde Zumaia trascendió fuera de la villa y fue la causa de que viniesen a ofrecerle la organistía de la parroquia de San Vicente, una de las más importantes de la capital guipuzcoana. La gestin cuajó en diciembre de 1920.

En San Sebastián su tarea inicial de organista y director del coro parroquial le valió inmediatamente un gran prestigio en los medios musicales donostiarras.

En 1920, año de la llegada de Luis Urteaga a San Sebastián, había fallecido en esta ciudad Manuel Cendoya, profesor de solfeo en la Academia Municipal de Música. Hasta el trece de marzo de 1924 no se celebraron las oposiciones para cubrir la plaza vacante, estando constituído el tribunal por los señores Gumersindo Gárate, Regino Ariz, Secundino Esnaola, Beltrán Pagola, José de Orueta, Víctor de Garitaonandía y Juan Muñoz.

Luis Urteaga fue el único aspirante, a pesar de que el retraso de las oposiciones se debía a ciertas reclamaciones de otros aspirantes.
Luis Urteaga superó brillantemente las duras pruebas de la oposición y fue aceptado por unanimidad del jurado, como profesor de solfeo de la Academia Municipal de Música de San Sebastián.

La gran profesionalidad de todo el claustro docente vali para que el 30 de agosto de 1927 la Academia de Msica fuese reconocida desde Madrid como Conservatorio oficial. Entre las disciplinas musicales programadas se hallaba desde 1914 la enseñanza de órgano, cuyo profesor era Germán Cendoya. A su fallecimiento, se hizo cargo de esta plaza Luis Urteaga. Pero conservó la de solfeo, enseñando además principios de armonía. Se mantuvo en la enseanza oficial hasta 1953, cesando en ella con ocasión de su jubilación por cumplir los 70 años. Pero no se jubiló, sino continuó en la organistía de San Vicente hasta su muerte en 1960.

También debemos consignar que fueron muchos los alumnos que recibían clases particulares en su propia casa. Incluso que daba lecciones por correspondencia. Para ello manejaba un método muy personal, que distribuía en copias a sus alumnos. éstos le enviaban sus ejercicios, que él corregía con asiduidad. Su casa contemplaba un constante ir y venir de papeles.

Peridicamente impartía cursos en la Escuela Superior de Música Sagrada de Madrid.

Destaquemos además el estilo humano de su pedagogía: amabilidad, humildad, sencillez y entrega sin reservas. La lógica consecuencia era que todos le querían y aun veneraban con muestras constantes de agradecimiento

EL COMPOSITOR

Dada la seria formación musical que Luis Urteaga había adquirido en su etapa estudiantil y el temperamento activo de que estaba dotado, desde muy joven sintió la necesidad de estampar en el pentagrama sus ideas personales sobre la composición. Cultivó todos los campos y géneros, muy poco el pianístico y el sinfónico, pero se prodigó en la música de órgano, en la música coral, religiosa y profana, y en la música para txistu.

Gozaba de una gran facilidad para la armonización de cualquier tema. Aquí depositaba su fuerza, más que en la creación de melodías. Gracias a esta facultad se convirtió en un compositor enormemente prolífico. Con humor decía el P. Otaño que paría «como una coneja». Otros decían que escribía y hacía entregas por metros. Todo tenía su base en su facilidad para la armonización.

Pero a la hora de recopilar todo su patrimonio nos encontraremos con un serio problema:

Luis Urteaga no conservaba copia de sus obras, que tan pronto como salían de sus manos, volaban en las direccciones más insospechadas.

Su música de órgano.

Sus obras organísticas fueron sus primeras composiciones, que gozaron de la edición y que por eso mismo le otorgaron mayor fama de compositor.

Desde los primeros nmeros de la revista Msica Sacro Hispana, luego en Tesoro Sacro Musical o en las Antologías nacionales de los PP. Otaño, Luis Iruarrizaga, Tomás Luis Pujadas o en las extranjeras de Diebold, Otto Gauss, Joubert y las de Norteamérica, Luis Urteaga alternaba gloriosamente con las más grandes firmas. De aquí que surgió el empeo de apodarle el Juan Sebastián Bach guipuzcoano.

No olvidemos que su profesión más duradera y fija era la de organista, lo que influyó mucho en su deseo de escribir música para el instrumento rey. Debemos sin embargo recordar que otros muchos compositores y organistas célebres a la vez no han dejado patrimonio escrito. Interpretaban lo de otros o improvisaban en el momento oportuno.

La improvisación era otra de las admirables cualidades de Luis Urteaga, que en cualquier tema, propio o ajeno, encontraba motivo para un desarrollo musical admirable, pero que solamente quedó en la memoria auditiva de los presentes.

Su música de órgano no es de concierto, sino propia de la liturgia, pero siempre fluída, elegante, inspirada y técnica.

Fue considerado un excelente intérprete, que intervino en numerosos recitales e inauguraciones de órganos, como el de Lecaroz en 1924, el del Seminario de Vitoria en 1930 o el de la Catedral de San Sebastián en 1954.

Su música coral religiosa.

La espontánea y sincera religiosidad de Luis Urteaga le llevó a prodigarse en la composición de música religiosa, como fiel expresión de su fe y confianza en Dios.

Puso música a toda clase de textos latinos litrgicos, algunos de ellos repetidas veces, y muchos otros textos en castellano o euskera.

Su producción del género abarca, además del sobrio y acertado acompañamiento del canto gregoriano, una larga lista de misas, motetes, corales, letrillas y villancicos populares, etc… siempre en estilo modélico de pulcritud armónica e inspiración religiosa.

Cuando en la revista Msica Sacro-Hispana faltaba por rellenar alguna página, un telegrama del P. Otaño a Luis Urteaga solucionaba la cuestión. Algo similar debemos decir de la revista Tesoro Sacro Musical, tantas veces enriquecida con su firma.

En la década de 1950 se le ocurrió a Luis Urteaga publicar en esta misma revista un ofrecimiento para armonizar toda melodía que se le enviara, por supuesto sin exigir remuneración alguna. Le llovieron tantas solicitudes que se vio sobrecargado de trabajo y necesitado de que alguien le pasara a limpio lo que él escribía. Al fin tuvo que exigir que le mandasen las melodías escritas con claridad en papel pautado, donde él pudiese estampar la armonización directamente. Esta iniciativa originó una gran dispersión de su obra musical, puesto que los encargos le llovían de todos los rincones de España y aun de Hispanoamérica. Y no olvidemos que él no guardaba copia. Muchas de estas partituras han quedado inéditas y en recónditos lugares, si es que ya no están perdidas sin remedio.

Su música coral profana.

La aportación de Luis Urteaga a este género es mínima, máxime comparándola con su producción religiosa. Puede decirse que la veintena de armonizaciones de melodías populares vascas, a las que debemos añadir algunas asturianas, obedecían a encargos circunstanciales. Es precisamente su fondo musical más desconocido, por estar inédito. A pesar de todo debemos reiterar la frescura con que están adornadas estas melodías populares, con evidentes características de sumisión a las exigencias del que las encargaba.

Deseamos incluir en este apartado una obra singular de Luis Urteaga, por ser única en su gnero.

En febrero de 1958 Angel Sagardia, vicepresidente a la sazón de la delegación española de «Arriaga Society of America» , invitó a una veintena de compositores vascos, entre ellos a Luis Urteaga, a tomar parte en un «Homenaje pianístico a la memoria de Juan Crisóstomo de Arriaga». La aportación de nuestro compositor no quiso alejarse de su mundo habitual musical e hizo entrega de un Pequeño responso gregoriano, que tenía características completamente sacras y supuso una originalidad en el género pianístico. En realidad la intención de Luis Urteaga era rezar un responso por el alma de Juan Crisóstomo de Arriaga, aunque fuera pulsando el teclado de un piano en una sala cualquiera.

También queremos recordar en este apartado la única partitura sinfónica de Luis Urteaga, que conocemos. Se trata de la orquestación de su obra coral Bordon dantza.

Su música de txistu.

En este género musical Luis Urteaga se ejercitó desde su juventud, puesto que ya en 1904 ganó el concurso de música para txistu organizado en Ordizia con motivo de las Fiestas Euskaras. Seguir luego en su vida un ininterrumpido contacto con el mundo txistulari, sea como compositor, asesor, promotor, componente de jurados de concursos, etc. etc.

En 1909 volvió a ganar el concurso en las Fiestas Euskaras de Hernani con la obra Gaur bezelako egun asko urte askotan. En 1910 ganó de nuevo en las Fiestas Euskaras de Azkoitia con la obra Urre zarren billa datoz chistulariak. También en Segura en 1911 con la obra Guazen dantzara. En Zarauz en 1912 con Sari billa. Y en Tolosa en 1913 con Irukoa.

Esta reiteración en la consecución de premios, gracias a sus buenas armonizaciones, es un argumento indiscutible a favor de considerar a Luis Urteaga el mejor y más antiguo compositor de partituras para banda de txistularis. Este razonamiento quedaría avalado con la inagotable tarea que desarrolló en años posteriores a favor de nuestro instrumento ancestral.

Luis Urteaga (centro) con la famosa
banda de Txistularis «Ansola Anaiak».
De izquierda a derecha: Félix,
José, Koldo y Julián Ansola Zelaia

Escribói con mucha frecuencia partituras para oposiciones a vacantes de txistularis. Igualmente formó parte de muchos jurados calificadores de dichas oposiciones, siendo siempre ejemplo de justicia y seriedad en los fallos emitidos. En alguna ocasión fue nombrado juez único de concurso.

Cuando en 1927 quedó constituida la Asociación de Txistularis del País Vasco, Luis Urteaga se ofreció para colaborar desinteresadamente en su órgano público, la revista TXISTULARI. Así es como sus páginas se enriquecieron frecuentemente con obras suyas. Es posiblemente el compositor que más partituras ha editado en TXISTULARI. Pero además él revisaba y corregía con gran diligencia los originales de otros compositores, que llegaban a la revista. Suplía deficiencias, completaba o armonizaba melodías enviadas. No reparaba en postergar sus propias ocupaciones e imponerse sacrificios materiales, sufragar por cuenta propia gastos de envío, etc.

En 1928 se cre en San Sebastián la Academia Municipal de Txistu y Danzas. Para su gobierno y desarrollo se nombró una comisión integrada por los capuchinos P. Donostia, P. Hilario de Estella y los señores Luis Urteaga, José Olaizola, Antonio Orueta, Francisco Olaran, Toribio Alzaga e Isidro Ansorena.

Tendremos que lamentar la posible pérdida de partituras escritas por Luis Urteaga para txistularis de poblaciones diversas, que las solicitaban y guardaban como repertorio exclusivamente suyo.

En la revista Villafranca de Oria (1950) vemos la publicación para banda de txistus de Baratzeko pikuak y Atzo ttun ttun con la firma de Luis Urteaga. En la revista LAZKAO se publica su Marcha de San Prudencio, acompañada de una carta de Luis Urteaga, en la que dice: «…Si los txistularis lazkaotarras llegan a tocarla el día del Santo, yo les impondría la obligación -en pago de mis notas musicales- que al llegar a la ermita recen los cuatro, un Gloria Patri por el autor. Ah! que lo digan un poco despacio, pensando en lo que dicen. Y yo así saldré ganando…»

La guerra civil española de 1936 trajo consigo la disolución de la Asociación de Txistularis del País Vasco. Fue Isidro Ansorena, quien en los años de la postguerra removió todos los resortes, para tratar de reactivar la vida de la Asociación. La cuestión era harto delicada. Pero hechas las gestiones necesarias, Isidro Ansorena prefirió colocar como personaje público principal de la restaurada Asociación de Txistularis del País Vasco, su Presidente, a Luis Urteaga, que fue aceptado sin reparo alguno por las autoridades vigentes y por todos los txistularis sin distinción. En 1955 comenzó esta nueva etapa, que traería al mundo del txistularismo una gran consistencia y un gran desarrollo en la salvaguarda de nuestro patrimonio musical txistulari.

Todos estos considerandos en torno a la gran aportación musical y humana de Luis Urteaga a favor del txistu y los txistularis indujeron a la Junta Directiva de la Asociación a declararle solemnemente Socio de Honor. La concesión de este título honorífico tuvo lugar por aclamación en la Asamblea General Ordinaria, celebrada en Bilbao el 24 de agosto de 1958.

Así quedó patente una vez más la personalidad de Luis Urteaga, considerada por todos gigantesca, tanto técnica, como humanamente hablando.

SU OBRA MUSICAL

Ya hemos dejado bien descrito que el patrimonio musical de Luis Urteaga es amplísimo y que se halla disperso por doquier, por la multitud de encargos que recibía y porque él no conservaba copia de lo escrito. También debemos consignar como algunas de sus partituras aparecían firmadas con el seudónimo José Iturrioz o Anastasio Yurrita.

Con ocasión de su fallecimiento se multiplicaron las voces que pedían que alguna entidad solvente se dedicase a recopilar la obra musical de Luis Urteaga. Nadie respondió a ese clamor. No podemos olvidar que cuanto más tiempo pasaba, más difícil era la realización.

En 1974 se fundó en Errenteria ERESBIL, Archivo de Compositores Vascos, con la intención de recopilar la música de nuestros compositores de todos los tiempos. El principio era muy genérico, abarcaba un extenso campo de trabajo. Pero en el año 2000 podemos decir que en ERESBIL se encuentra el fondo ms completo de las obras musicales de Luis Urteaga, siempre a disposición de cualquier usuario.

Tras el fallecimiento de su hijo Juan en 1990, los familiares hicieron entrega de sus fondos musicales al Monasterio de Belloc-Urt en Iparralde. Suponemos que en ese fondo habrá también obras de su padre.

Más probable aún es la existencia de partituras suyas en lugares ignorados. A todos rogaríamos la máxima colaboración, para tratar de reunir en ERESBIL el catálogo más completo de sus obras.

De momento y a la espera siempre de ampliar nuestro listado, ponemos a continuación, ordenado por materias, el fondo de obras de Luis Urteaga, existente en ERESBIL.